lunes, 8 de octubre de 2012

El cine de animación como instrumento de la Educación Ambiental: Una propuesta para estudiantes de comunicación en la FES Acatlán-UNAM

Daniel Lara Sánchez

“La animación no es ilusión de vida… es la vida misma”
Chuck Jones, animador estadounidense


“Los árboles gritan de dolor al morir,
pero tú no puedes oírlos”
Moro Kami (diosa liba), en La Princesa Mononoke


Fotograma de la cinta
El viaje de Chihiro
Presentación
El cine de animación tiene una historia larga y rica a nivel mundial que le ha hecho merecedor de admiradores y denostadores por igual. Los dibujos animados, como arte y expresión humana, han enriquecido en general al medio cinematográfico y a la vida del ser humano. La animación ha creado personajes y situaciones que se han vuelto parte de la cotidianidad, sobre todo en la sociedad occidental: iconos animados son los reyes de la mercadotecnia y los medios de comunicación. Al cine de animación se le ha visto como evasión, entretenimiento infantil, creador y transmisor de ideología o como pretexto para crear y aplicar estrategias educativas. En el presente texto, justificaremos por qué el cine de animación, por una parte, no sólo es un medio consumido por niños y una forma de entretenimiento; y por otra, cómo puede ser utilizado como herramienta de educación ambiental (EA) en estudiantes universitarios.
Hacia el final, construiremos una propuesta en ese sentido.



La animación: arte, comunicación… ¿y educación?
“Mamá, ese edificio se está quejando”
Chihiro, en El viaje de Chihiro

Muchos de nosotros, quienes hemos vivido en la sociedad occidental, seguramente crecimos viendo dibujos animados, ya fuera en una inmensa pantalla de cine o en la pequeña de algún televisor a color o blanco y negro. Varios recordarán cuando lloraban o se emocionaban viendo alguna película de la casa Disney en la gran pantalla o cuando reían con las aventuras locas e ilógicas del Pato Lucas o de Pedro Picapiedra en la sala de su casa. O cuando las lágrimas hacían su aparición después de sufrir con aquellas series animadas japonesas que más parecían telenovelas, como Remi o Heidi. Las mal llamadas “caricaturas” (el término correcto es “dibujos animados” o simplemente “animación”, dado que la caricatura es un género periodístico que se distribuye en medios impresos y que no cuenta con la ilusión de movimiento) estuvieron presentes durante gran parte de nuestra infancia.
Sin embargo la animación[1], en su origen, no estaba pensada para niños. Ya desde antes de su incursión en el medio cinematográfico, los personajes animados protagonizaban historias inocentes, pero creadas para la diversión del público adulto. Una vez que los dibujos animados llegaron a formar parte del cine (aquí recordamos a los primeros actores de papel que conformaron el star system en la animación, sobre todo norteamericana: El gato Félix, Betty Boop, Mickey Mouse, Oswald el conejo, Mutt y Jeff, Tom y Jerry, Bugs Bunny, Woody Woodpecker y otros más), sus cortometrajes cumplían con la función de entretener al público adulto antes de la proyección de los largometrajes en acción real. Incluso, los primeros largometrajes animados, a pesar de que hoy podamos verlos llenos de inocencia, canciones cursis y personajes azucarados, en su momento estuvieron pensados para públicos diversos y no solamente el infantil: sólo habrá que recordar la escena de los árboles del bosque en Blanca Nieves y los siete enanos, las desgracias que vivía en Dumbo el elefante que daba nombre a la película o la muerte de la mamá del pobrecito Bambi.
Los dibujos animados fueron etiquetados como entretenimiento para niños cuando, a finales de los años 50 y principios de los 60 del siglo pasado, llegaron a la pantalla chica y se convirtieron en simple pasatiempo infantil sabatino o diurno. Entonces, muchas series animadas fueron producidas con baja calidad e historias simples y predecibles y, por lo tanto, la animación como medio comenzó a perder prestigio y a ser arrinconada en las pantallas televisivas. En esos días, considerar a la animación como una herramienta educativa era poco menos que un sacrilegio, toda vez que a los medios en general, pero en especial a la televisión se les veía, en los círculos académicos, como medios enajenantes, ideologizantes e idiotizantes (aunque en muchos casos fuera verdad). Esta opinión incluía, por supuesto, a las mal llamadas “caricaturas”.
Sin embargo, hacia finales de los 80 y principios de los 90, la animación experimentó un proceso de revaloración no sólo entre el público, sino incluso en la crítica cinematográfica y hasta en los medios académicos, debido a, sobre todo, tres factores: el surgimiento de la serie televisiva Los Simpson, que mostró que podía hacerse animación para televisión crítica e inteligente; la resurrección de los estudios Disney que, muy lentamente empezaron a dar variedad a sus historias y a mejorar de manera impresionante la calidad de sus animaciones; y el auge ya innegable e imparable del animé, es decir, la animación japonesa, con toda su frescura en guiones, diseño de personajes y estilo de animación. En esta última corriente, el estudio Ghibli, dirigido por Hayao Miyazaki, tomó la delantera. El surgimiento e innovación de la animación computarizada a partir de los 90 vino a completar el cuadro. Hoy en día, el género cinematográfico con más impacto en taquilla y recepción en casi todo el mundo es, precisamente, la animación.
Y si bien el cine en general ha sido casi desde sus orígenes considerado como un medio para educar (aunque no fue creado con tal intención), poco a poco el cine de animación fue tomado en serio también como un recurso didáctico dentro y fuera de las aulas. Sin embargo, casi siempre ha sido utilizado como una herramienta educativa para los niveles escolares básicos, toda vez que, a pesar de que en la actualidad la animación vuelve a dirigirse a todo tipo de público (el animé en general, por ejemplo, no es un medio infantil), sigue cargando con el estigma/prejuicio de ser considerado “entretenimiento para niños”.
La propuesta que intentamos construir en este texto está enfocada en el uso del cine de animación como un recurso didáctico de educación ambiental, pero para estudiantes universitarios, específicamente de la carrera de Comunicación. Sobre esto profundizaremos en el siguiente acápite.


La licenciatura en Comunicación: Del prejuicio a la propuesta

"La Tierra es impresionante. Estas son granjas, así se llaman, los humanos metían semillas en la Tierra, vertían agua en ellas y crecía la comida, como pizzas."
Diálogo pronunciado en Wall-E

Nuestra propuesta de educación ambiental basada en el cine de animación está planeada y será aplicada en estudiantes del noveno semestre (agosto-diciembre 2012) de la carrera de Comunicación de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM. Sobre la o las razones de la propuesta, lo más fácil sería contestar que quien esto escribe ahí labora. Pero hay más, las cuales intentaremos exponer a continuación.
La carrera de comunicación en general, y a pesar de ser una de las que tienen mayor demanda en México, es vista en varios círculos académicos y especialistas en otros campos como una licenciatura sin mayor exigencia académica. Se piensa, en general, que el futuro comunicólogo sabe de todo y de nada a la vez. Que el objeto de estudio de la carrera ni siquiera está bien definido. Que la especialización del comunicólogo hace que su formación sea, paradójicamente, dispersa y vaga. Que el perfil del egresado en comunicación es poco claro. Que la licenciatura en sí es una combinación extraña entre la antropología, la sociología y otras ciencias sociales. Que es una sociología de segunda. Y que los alumnos de comunicación son, en general, flojos y desconectados del mundo real. (Esto último, en algunos casos, es desafortunadamente cierto).
Nosotros pensamos que la comunicación en general, desde el punto de vista epistémico, debe ser una disciplina social en construcción, enfocada en formar egresados interesados y preparados en generar estrategias comunicativas y contenidos para los medios de comunicación acordes con las necesidades del mundo actual. Egresados, además, con una formación crítica y humanista que les permita analizar los hechos comunicativos en cualquier contexto y a cualquier nivel.
En la FES Acatlán, el plan de estudios actual de la carrera de comunicación tiene, ciertamente, un sentido humanista y crítico. Sin embargo, desde nuestra perspectiva como educadores ambientales, pensamos que falta una dimensión fundamental: la relación de la comunicación, actividad inherente al ser humano, con el cuidado del medio ambiente pero, sobre todo, la generación de estrategias y contenidos comunicativos tendientes a actuar de manera firme, decisiva e inmediata para impactar positivamente en la construcción de soluciones para la crisis ambiental global que aqueja al planeta, consecuencia a su vez de una crisis del modelo de desarrollo neoliberal imperante en la sociedad occidental.
En otras palabras, pensamos que el comunicólogo, puede y debe interesarse por las consecuencias de la crisis ambiental por la que atraviesa nuestro mundo y actuar en consecuencia. Y, dado que el plan de estudios de la licenciatura no contempla de manera explícita esta idea, nuestra propuesta está centrada en aplicar una serie de estrategias educativas al respecto, dentro de la materia que actualmente impartimos: Seminario de Cultura de Masas[2].


La crisis ambiental y la crisis comunicacional como crisis civilizatorias

“Lo de hoy es el cambio climático”
Syd, en La Era de Hielo

Para nadie (o casi nadie) es un secreto que, desde finales de los años 80 del siglo pasado, el neoliberalismo, fase superior del capitalismo, se ha instaurado en el planeta casi de manera global. Este modelo de desarrollo se ha construido fundamentalmente sobre los siguientes pilares: el progreso, el crecimiento, la industrialización, la urbanización, el consumismo, el cientifismo y la occidental/americanización de la sociedad (Ramírez, 1997: 128-129).
Toledo (2000: 17), lo expresa así: “La explicación […] se encuentra en la proliferación y puesta en práctica de los principios enunciados por el neoliberalismo: apertura comercial indiscriminada, mercantilización de todos los recursos naturales, disminución de la inversión pública y los subsidios estatales, privatización o desmantelamiento de los servicios sociales, destrucción del campesinado y de las culturas indígenas del mundo, fin a las políticas de seguridad y autosuficiencia alimentaria de los países, etc.” Esta cosmovisión neoliberal ha ocasionado una forma de vida global poco respetuosa y sí depredadora del medio ambiente y la naturaleza. Los recursos naturales son explotados de manera irracional sin tomar en cuenta las necesidades de futuras generaciones[3]. Enfrentamos, como especie, una problemática inédita que ha puesto en peligro el equilibrio ambiental del planeta, con consecuencias injustas: los países “desarrollados” son quienes principalmente depredan los recursos naturales y, casi siempre, quienes terminan pagando los platos rotos, son los países o comunidades “en desarrollo” (léase “pobres”).
El cambio climático, la afectación de la capa de ozono, el desperdicio y contaminación de recursos hídricos, la pérdida de la biodiversidad y el deterioro de múltiples ecosistemas, la pésima calidad del aire que se respira en las sociedades industrializadas, la urbanización acelerada y poco planeada, el crecimiento exponencial del tránsito vehicular con todas las consecuencias que trae, son síntomas de esta crisis ambiental, consecuencia de un modelo civilizatorio materialista/industrial.
Aparejada con la problemática ambiental, se presenta una crisis en la mentalidad occidental, o lo que el filósofo Edgar Morin ha llamado “la psicoesfera”. Y puntualiza: “Los ancianos se abandonan a la muerte, inactivos, los jóvenes se suman al alcoholismo y es posible ver a niños de cuatro años emborrachándose con cerveza. Las mujeres, que sustituyeron sin transición el pescado y la carne por las farináceas y las golosinas, se han vuelto obesas. La antigua comunidad ha quedado destruida y no se ha construido una nueva. El altruismo ha dado paso al egoísmo. Un antiguo modo de vida, un antiguo mundo de vida, ha muerto. El bienestar doméstico ha llegado, con el alcoholismo, la droga, el aburrimiento”. (1993: 96). Toledo (2000: 8-9) complementa con la afirmación de que existe una paradoja en la sociedad global actual: mientras la tecnología se ha desarrollado de tal forma que ayuda a incrementar la durabilidad de la vida humana y permite que los seres humanos estemos más comunicados, los valores y formas de convivencia se han deteriorado gravemente, dando paso al individualismo y la búsqueda del bienestar y la comodidad personal. Algo sobre lo que Lipovetsky ha profundizado de manera documentada. (1995: Capítulos III y IV).
Dentro de esta crisis de mentalidad, los medios de comunicación y los sistemas educativos occidentales han desempeñado, desafortunadamente, un papel determinante. La escuela se ha convertido, en muchos de los casos, en una institución conservadora y fomentadora de los valores neoliberales, mientras que los medios, al ser fundamentalmente empresas capitalistas, son manejados por empresarios a quienes difícilmente les interesa el respeto por el medio ambiente, o la formación de personas críticas, porque ello afecta su modo de vida, basado en el sostenimiento del modelo civilizatorio imperante.
Basta con revisar con mirada crítica los contenidos de la mayoría de los medios actuales en México (o en casi cualquier parte del mundo, gracias a la Internet) para darnos cuenta de que, en los medios plegados al poder político y económico, o que incluso forman parte de él, predomina una visión poco comprometida con los problemas urgentes que enfrenta la humanidad, en especial, la crisis ambiental.
El cine y la animación, como medios de comunicación, están sujetos casi siempre a las leyes del mercado y a perpetuar en sus contenidos los mismos valores. Enfocándonos en lo que aquí nos interesa, es interesante revisar la historia de la animación y encontraremos que, durante gran parte de la misma, han sido pocas las producciones animadas enfocadas en generar no sólo crítica o conciencia social, sino especialmente, una preocupación genuina por los problemas ambientales. Salvo algunas cintas producidas por la industria de animación japonesa, casi no había mención a estas situaciones. Fue hasta inicios del presente siglo cuando, dada la gravedad de la crisis ambiental, el cine de animación en general comenzó a tocar estos temas. Y es precisamente cuando la animación comenzó a ser considerada como un medio idóneo para educar ambientalmente, como lo proponemos a continuación.


Nuestra propuesta

“¿Acaso no saben por qué el agua buena es pura? ¡Porque los árboles la purifican! ¿Y ustedes quieren cortarlos?”
Nausicaä, en Nausicaä, Valle del viento

Una vez que hemos establecido que el cine de animación es un medio pensado no sólo para niños y que puede ser considerado como una herramienta efectiva de educación ambiental, detallaremos brevemente nuestra propuesta de trabajo en estudiantes del noveno semestre de comunicación de la FES Acatlán.
Como se mencionó líneas arriba, las actividades didácticas propuestas se trabajarán en la asignatura de Seminario de Cultura de Masas, materia optativa dentro del plan de estudios de la carrera. Pensamos que esta materia es ideal para llevar a cabo nuestra propuesta por diversas razones:
·                    Se trata de una asignatura que los alumnos cursan en su último semestre de estudios, es decir, a punto de egresar, y es más probable que los conocimientos obtenidos y las reflexiones generadas las mantengan más frescas una vez que salgan de la universidad y se integren al mercado laboral (si lo logran).
·                    Es una materia que, como su nombre lo indica, se trabaja como Seminario, es decir, la reflexión grupal en clase es fundamental para una mejor construcción del conocimiento. En educación ambiental, es importante la reflexión comunitaria sobre los problemas ambientales.
·                    El contenido programático de la materia se presta para incluir en ella contenidos ambientales. Dado que en Seminario de Cultura de Masas se reflexiona precisamente sobre cómo el capitalismo y la industrialización han generado las industrias culturales y, por lo tanto, la propia cultura de masas, la asignatura permite integrar contenidos que inviten a los alumnos a reflexionar no sólo en ello, sino en cómo el mismo modelo de desarrollo también generó la crisis ambiental.
·                    Dado que la materia pertenece al plan de estudios de comunicación, es importante que los casi comunicólogos comprendan y reflexionen sobre la utilidad social/ambiental que pueden tener los medios, en especial el cine de animación, y sobre la responsabilidad social del egresado de la carrera en la construcción de una sociedad sustentable.
Básicamente, nuestra intención didáctica consiste en guiar la reflexión de los alumnos acerca de la crisis ambiental y las posibilidades de un comunicólogo de actuar ante ella desde su profesión a partir de las siguientes líneas de acción, es decir, objetivos particulares:
1.                  Mostrar a los alumnos cómo el modelo civilizatorio neoliberal ha generado la crisis ambiental global y la crisis en la mentalidad/psicoesfera.
2.                  Reflexionar sobre cómo los medios de comunicación masiva han desempeñado un papel de reproducción y sostenimiento del modelo civilizatorio actual.
3.                  Proyectar en el aula cortometrajes animados y escenas de largometrajes de animación que muestren las consecuencias de la crisis ambiental y posibles alternativas a la misma, en especial, la construcción de una sociedad sustentable[4].
4.                  A partir de las películas de animación mostradas en el aula, generar discusión acerca de cómo el comunicólogo puede, desde su profesión y a partir de su responsabilidad social, proponer acciones para actuar ante la crisis ambiental global.
5.                  Motivar a los alumnos a usar la animación como un medio de educación ambiental y a proponer contenidos al respecto.
Para el logro de nuestros objetivos, diseñaremos actividades específicas para los alumnos, como:
a)                 Lecturas dirigidas y sus correspondientes controles de lectura, los textos leídos serán varios que expongan la crisis ambiental y sus consecuencias, de autores como Víctor M. Toledo, Edgar Morin y Gilles Lipovetsky, entre otros.
b)                 Análisis de contenidos de medios masivos de comunicación, a partir de cuestionarios y otros instrumentos, que permitan descubrir el papel desempeñado por los medios en el sostenimiento del modelo civilizatorio neoliberal.
c)                  Cuestionarios con preguntas de reflexión sobre las películas de animación proyectadas en el aula y sus contenidos sobre la crisis ambiental y las posibilidades de construcción de una sociedad sustentable.
d)                Grupos de discusión sobre la responsabilidad del comunicólogo, desde su profesión, en la construcción de una sociedad sustentable.
e)                 Diseño de formas simbólicas (guiones para cortometrajes de animación y otros), por parte de los alumnos, que detonen reflexión sobre la crisis ambiental y alternativas a la misma.


Discusión
“Que gane el azul, que pierda el rojo, que pierdan los dos  y que muera el perdedor. De todas formas, mañana ambos estarán muertos”
Abuela Oraku, en La guerra de los mapaches

La crisis/problemática ambiental global, como resultado de una crisis en el modelo civilizatorio neoliberal, es una realidad innegable y que demanda soluciones y acciones desde todos los campos del conocimiento humano. Entre ellos, la educación y la comunicación.
La educación ambiental es uno de los medios más importantes para enseñar a las personas cuáles son las causas de la crisis ambiental global y sobre la necesidad de proponer y construir a la sustentabilidad como un modelo de desarrollo alternativo, respetuoso de la naturaleza y del propio ser humano. La educación ambiental se encuentra en las aulas de todos los niveles educativos, pero también en la educación no formal, y por lo tanto, puede ubicarse también en los medios de comunicación masiva.
El cine de animación, como medio de comunicación con un gran impacto en públicos de todas las edades, puede ser usado como herramienta de educación ambiental no sólo para niveles educativos básicos, que es como normalmente se utiliza, sino también en el nivel universitario. En este artículo, hemos intentado resumir nuestra propuesta de trabajo para alumnos de la FES Acatlán, UNAM, estudiantes de la carrera de comunicación, con la firme convicción de que son ellos quienes, al egresar, pueden marcar una diferencia si llegan a laborar en los medios de comunicación, generando reflexión y contenidos acerca de la necesidad de atacar la problemática ambiental y de construir un modelo distinto de convivencia, basado en la sustentabilidad.
El educador ambiental tiene ante sí un reto ineludible, y en cada aula que pise, en cada grupo de alumnos con quienes trabaje, en cada ámbito de su desarrollo profesional, debe dejar una huella diferente, comprometida con el medio ambiente, tanto la naturaleza como las relaciones con el ser humano. Nuestra propuesta es sólo un grano de arena más en el intento de superar ese reto. Y de construir, en un futuro muy lejano, un futuro mejor.



Referencias
Landa, Rosalva, Brenda Ávila y Mario Hernández (2010) Cambio climático y Desarrollo Sustentable para América Latina y el Caribe. Conocer para comunicar, México, British Council, PNUD México, Cátedra UNESCO-IMTA, FLACSO México.
Lipovetsky, Gilles (1995) La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo, Barcelona, Anagrama.
Morin, Edgar (1993), Tierra Patria, Barcelona, Cairos.
Ramírez Beltrán, Rafael T. (1997) Malthus entre nosotros: Discursos ambientales y la política demográfica en México 1970-1995, México, Ediciones Taller Abierto/Universidad Pedagógica Nacional.
Toledo, V. M. (2000) “Universidad y sociedad sustentable. Una propuesta para el nuevo milenio”, en Revista Tópicos en Educación Ambiental, Volumen 2, Número 5, Agosto, pp. 7-20.
------------- (2003) “Modernidad y ecología: las múltiples dimensiones de la crisis planetaria”, en Boada y Toledo, El planeta, nuestro cuerpo. La ecología, el ambientalismo y la crisis de la modernidad, México, F.C.E., pp. 113-136.
Vargas, María Celeste y Daniel Lara (2007) “Emile Reynaud y el Día Mundial de la Animación”, en  http://www.animacionenmexico.blogspot.mx/2007/10/emile-reynaud-y-el-da-mundial-de-la.html
Blog Animación en México: www.animacionenmexico.blogspot.com



[1] La animación es un medio visual que antecedió a la invención del cine. Desde finales del siglo XIX, diversos inventores y artistas, sobre todo en Europa, experimentaron con la generación de imágenes en movimiento. Se considera, sin embargo, al francés Emile Reynaud como el padre de la animación, puesto que fue el primero en lograr producir imágenes en movimiento no cíclicas por medio de su invento, el teatro óptico, el 28 de octubre de 1892, fecha que ahora se conmemora anualmente como el Día Mundial de la Animación. Para mayores detalles sobre el invento de Reynaud, cfr. Vargas y Lara, “Emile Reynaud y el Día Mundial de la Animación”, en http://www.animacionenmexico.blogspot.mx/2007/10/emile-reynaud-y-el-da-mundial-de-la.html
[2] Para comprender con profundidad la importancia de las universidades en general y su papel en la construcción de una sociedad sustentable, recomendamos la lectura del artículo de Víctor M. Toledo (2000: pp. 7-20).
[3] Para una mejor comprensión de la crisis o problemática ambiental global, cfr. Toledo, Víctor Manuel, (2003: 113-136), así como Landa, Ávila y Hernández (2010).

[4] Algunas de las películas animadas que se proyectarán en el aula son: Rarámuri: pie ligero (cortometraje mexicano), Wall-E y Happy Feet (largometrajes estadounidenses), La princesa Mononoke, Nausicaä Valle del Viento, El viaje de ChihiroLa guerra de los mapaches (largometrajes japoneses), entre otros que se decidirán durante el desarrollo del curso. 

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