lunes, 8 de octubre de 2012

Educación Ambiental y educación preescolar: Taller de formación docente


 Elsa Torres Albarrán

“La educación ambiental es una esperanza para
pensar que es posible vivir en un mundo mejor”
Javier Reyes Ruiz (Educador Ambiental)

Martín Chambi. Chicha y sapo,
costumbres cusqueñas, 1930
El mundo ha entrado en el siglo XXI en medio de una profunda crisis ambiental que se manifiesta no solo en el ámbito natural, como el calentamiento global, la desertificación y la pérdida de biodiversidad, entre otros, sino en el plano social al incrementarse el desempleo, las migraciones, la pobreza y las diferencias entre las regiones y grupos sociales, etcétera.  Es por eso necesario que la sociedad esté cada vez más comprometida con el medio ambiente, y asuma el reto que exige reformas e innovaciones en lo personal y en lo institucional, en lo individual y en lo colectivo, en lo educativo y en muchos aspectos de la vida ciudadana. En este sentido, las instituciones educativas no sólo tienen el deber de incorporar estrategias para conseguir ciudadanos ambientalmente educados, sino comprometidos con la responsabilidad de predicar con el ejemplo, desarrollando acciones que incorporen a sus estructuras organizativas nuevos modelos de gestión y nuevas formas de aprovechamiento alternativo de los recursos.
No sólo debemos creer en una educación a favor del medio ambiente, sino en una nueva instrucción para cambiar estilos de vida que contribuyan a mejorar la calidad de vida de las personas y de su entorno, centrada en el sujeto de la educación. Por ello, las escuelas, en sus espacios, pueden ser un medio necesario para favorecer el desarrollo sustentable de las sociedades modernas.
Empezar a cambiar aspectos elementales como lo son los hábitos cotidianos, las acciones de rutina del acontecer diario, los hábitos de consumo en el trabajo, en el hogar y en los espacios que habitamos día a día. De esta forma, será posible modificar globalmente al mundo y a la sociedad en la que vivimos.
Es posible innovar estrategias metodológicas reales y significativas que se acerquen gradual y progresivamente a formas de vida más respetuosas con el entorno que nos rodea. Es importante que la educación profese una mayor responsabilidad en la divulgación de valores coherentes con el medio ambiente, a través de los contenidos de los currículos actuales, diseñando situaciones didácticas que favorezcan la reflexión en las acciones diarias.
Los distintos niveles de enseñanza, desde la educación preescolar hasta la universidad, tienen el deber y la oportunidad de educar a individuos, incorporando saberes ambientales en sus planes de estudio que generen nuevas perspectivas de análisis y relación entre sus estudiantes y el medio ambiente.
Las actividades académicas se ven influenciadas por valores y también por la cultura y ambas son dominantes en una sociedad. El enlace se establece mediante la demanda que la sociedad hace a las escuelas donde se espera el egreso de profesionales portadores de valores y cultura que les permita desarrollar habilidades útiles y funcionales para beneficio de su comunidad. Para conseguirlo, señala Leff (1998):
Se requiere trasformar el currículo en las estructuras educativas mediante la innovación de los métodos pedagógicos, la renovación de los planes de estudio, la reorganización curricular y la reorientación de las actividades científicas. Todo esto implica la construcción de un conocimiento ambiental y su inserción en las prácticas docentes actuales.
La necesidad de implementar y desarrollar acciones pedagógicas articuladas con lo ambiental dentro del espacio escolar iniciando en la educación preescolar es, sin duda, una cuestión que no puede retrasarse más y a la que se le debe dar especial importancia, dado los resultados y manifiestos problemas educativos y ambientales que enfrentamos.
Ante esta necesidad debe reflexionarse primeramente la manera, los enfoques, las estrategias, las acciones educativo-ambientales, los momentos y los actores que llevarán a la práctica todo lo anterior, con el fin de lograr los resultados esperados al generar nuevas perspectivas de análisis y de relación entre los estudiantes y el medio ambiente, ya que es una tarea compleja que requiere de compromisos compartidos, de preparación y disposición, profesionalismo, dominio, etcétera.
Por tal motivo, la implementación primera de procesos de formación docente en materia ambiental que den posibilidades al docente de educación básica a que domine y maneje  los contenidos ambientales no sólo desde un enfoque naturalista y conservacionista, sino abordando dimensiones sociales, políticos, económicos, culturales, éticos, etc., y que participan de manera sustantiva al surgimiento de problemas vinculados con el medio ambiente.
Todos los contenidos del medio ambiente deben abordarse bajo un enfoque educativo que motive a los alumnos a concebirse como parte de un proceso social que, a cierto nivel, ha propiciado problemas ambientales y por ello se debe participar en la búsqueda de alternativas de solución desde su espacio de actuación. Una forma distinta que permita considerar al medio ambiente desde distintos puntos de análisis (económico, político, tecnológico, cultural, moral y estético), a través de un enfoque interdisciplinario con base en el contenido específico de cada campo de conocimientos y donde el resultado sea el logro de una perspectiva histórica, holística y compleja de análisis sobre lo ambiental.
Si la escuela en sus espacios de aprendizaje permite que los alumnos y los maestros lleven a cabo acciones educativas ambientales y con ello contribuyan a la formación de nuevos conocimientos, habilidades, actitudes, valores, que en su conjunto ayudarán al desarrollo de nuevas formas de relación más equilibradas y equitativas entre los seres humanos con la naturaleza; también esas acciones educativas permitirán en los actores escolares encontrar soluciones a los ya problemas ambientales presentes y ampliarían la gama de habilidades prácticas necesarias que permiten procesos de prevención, mitigación o solución. Asimismo, este nuevo enfoque debe favorecer a desarrollar cambios verdaderos y profundos en su relación con el medio ambiente, a través de aprendizajes significativos y una orientación pedagógica integral y dinámica, que propicie la construcción de una cultura ambiental donde los alumnos desde temprana edad puedan identificar una relación cordial con el ambiente y las formas en que se pueden relacionar con él.
A través de la reflexión, el análisis, el juego, la diversión, documentales y de distintas estrategias podrán los alumnos identificar y comprender la existencia de  problemas ambientales de su entorno inmediato y su relación con las problemáticas regionales, nacionales o globales, y buscar implementar alternativas de solución desde su espacio y luego como ciudadanos adultos, desarrollando un pensamiento crítico, reflexivo y activo.
Carlos Fuentes (1997) manifestó que los resultados del llamado “progreso” del mundo son problemas de la crisis urbana; gente sin hogar, drogadicción, discriminación contra la mujer, homofobia, abandono de anciano y niños, inseguridad citadina, niños asesinados, infraestructuras en ruinas, pandemias incontrolables, son algunos de los muchos problemas que compartimos con varios países del mundo, ante esto la pregunta es ¿ha dejado de progresar el progreso?, entonces somos víctimas o beneficiarios de un mundo de altas tecnologías, comunicaciones instantáneas y utilidades gigantescas. Pero víctimas o beneficiarios, estamos de acuerdo en que la naturaleza del progreso en el siglo XXI dependerá, ante todo, del factor educativo.
Ante esto añade (Fuentes, 1997, pág. 37) “La educación como base de conocimiento, el conocimiento como base de información y la información como base de desarrollo”  Demasiadas veces se ha visto que la educación sólo sirve de base a la información, sin que medie el conocimiento que es garantía de solidez científica, imaginación artística, inteligencia moral, se cree que al tener demasiada información basta para estar bien informados, cuando abundancia no significa calidad. Sin la educación, jamás salvaremos los valores del pasado ni alcanzaremos los del porvenir.
En esta evolución hacia los cambios fundamentales de nuestros estilos de vida y nuestras conductas, la educación- en su sentido más amplio- tiene una función preponderante. La educación es la fuerza del futuro porque constituye uno de los instrumentos más poderos para realizar el cambio.
“Si queremos que la Tierra pueda satisfacer las necesidades de los seres humanos que la habitan, entonces la sociedad deberá transformarse. Así, el mundo del mañana deberá ser fundamentalmente diferente del que conocemos hoy, en el crepúsculo del siglo XX y del milenio. Debemos, por consiguiente, trabajar para construir un futuro viable. La democracia, la equidad y la justicia social, la paz y la armonía con nuestro entorno natural deben ser las palabras clave de este mundo en devenir. Debemos asegurarnos que la noción de durabilidad sea la base de nuestra manera de vivir, de dirigir nuestras naciones y nuestras comunidades y de interactuar a nivel global” (Morín, 1999, pág. 11).
Por lo anterior no es posible quedarnos a reflexionar más los resultados de las formas y acciones en que nos hemos venido manejado en estos años, es urgente poner freno  e iniciar desde nuestros espacios a reconducir, repensar las formas, y poner en marcha inmediatamente actos individuales y colectivos para mejorar y prolongar la vida en el planeta.
Si en la educación encontramos la respuesta a tantos síntomas de la crisis ambiental entonces los proyectos educativos deben atender los rezagos y analizar los problemas centrales fundamentales que han sido ignorados y que son necesarios para enseñar e implementar en los programas educativos de todos los niveles, educando para asumir la humana condición individuo-sociedad-especie en la complejidad de nuestra era, de lograr la humanidad en nosotros mismos en nuestra conciencia personal, de asumir el destino humano en sus antinomias y su plenitud, de trabajar para la humanización de la humanidad, de lograr la unidad planetaria en la diversidad, de respetar en el otro, a la vez, tanto la diferencia como la identidad consigo mismo, de desarrollar la ética de solidaridad y comprensión y de enseñar la ética del género humano (Morín, 1999).
Por tal motivo, debemos implementar procesos de formación docente en materia ambiental que posibilite al maestro el manejo de contenidos ambientales desde un enfoque que supere la manera de abordar dichos contenidos no solo desde una perspectiva naturalista que solo trata aspectos biofísicos, dejando fuera los aspectos sociales, políticos, económicos, culturales, éticos, etc. y que contribuyen al recrudecimiento de problemas vinculados con el medio ambiente.
Se trata de un enfoque que contribuya a la formación de nuevos conocimientos, habilidades, actitudes, valores éticos y estéticos, etc., que favorecerán en su conjunto al desarrollo de formas de relación más equilibradas y equitativas entre las personas y la naturaleza.

La educación ambiental y la educación preescolar
Los contenidos del programa de preescolar en los distintos campos formativos en efecto, tienen una relación inmersa con la educación ambiental, ya que favorecen en las niñas y los niños el desarrollo de capacidades y actitudes que caracterizan el pensamiento reflexivo, mediante experiencias que les permitan aprender sobre el mundo natural y social. El contacto directo con el ambiente natural y social,  favorece el desarrollo de capacidades de razonamiento para entender y explicarse, a su manera, las cosas que suceden a su alrededor y así poder ir construyendo conceptos para actuar en consecuencia.
El programa pretende responder a los desafíos sociales actuales y por ello, los propósitos educativos del programa se concentran en el desarrollo de competencias intelectuales, en la capacidad de aprender permanentemente, y en la formación  de valores y actitudes, que permitan avanzar en la democratización social y hacer sustentable el desarrollo humano. La educación preescolar, como primera etapa y fundamento de la educación básica, no puede sustraerse de esos desafíos; por esto el programa establece propósitos fundamentales que deberán contribuir a la formación integral haciendo que los infantes participen en experiencias educativas que les permitan desarrollar, de manera prioritaria, sus capacidades afectivas, sociales y cognitivas (PEP, 2004).
El programa está dividido en propósitos, campos formativos, evaluación y un apartado dirigido a las educadoras. Y en virtud de que no existen patrones estables respecto al momento en que el niño alcanzará los propósitos o desarrollará los procesos que conducen a su logro, se considera conveniente establecer propósitos fundamentales para los tres grados.
El programa está organizado a partir de competencias y centrar el trabajo en competencias implica que la docente diseñe situaciones didácticas que impliquen en los niños desafíos y que avancen gradualmente en sus niveles de logro (piensen, expresen, propongan, distingan, expliquen, cuestionen, comparen, trabajen en colaboración, manifiesten actitudes favorables hacia el trabajo y la convivencia, etc.) para aprender más de lo que saben acerca del mundo y para que se formen como personas cada vez más seguras, autónomas, creativas y participativas.
Si la educación ambiental es la herramienta para transformar e intervenir en acciones para llegar a la sustentabilidad, debe entonces incluirse y aplicarse de manera pertinente en los contenidos de los programas educativos, sin duda alguna. Una de los fines de la educación es la formación de ciudadanos; por lo cual es necesario recalcar que el concepto de medio no incluye solamente el componente individual, subjetivo y vivencial, sino que tiene un  fuerte componente social y cultural. Ambos niveles se enriquecen mutuamente, se construyen en paralelo y mantienen su vigencia durante toda la vida. Incluyendo una propuesta de este tipo, el Jardín de Niños se abre a este territorio instituyendo una interacción sociocultural con el territorio del alumno. Esta apertura implica también la entrada de la participación y la gestión social, de los problemas, esperanzas y contradicciones que circulan, pulsan y signan “el cotidiano”.
Los docentes tienen que reconocer la importancia de la educación ambiental a partir de los síntomas sociales y la crisis ambiental que se vive y que afecta gravemente a todos. Sin embargo, la educación ambiental no debe abordarse como un campo formativo o asignatura a parte, debe ser tratada en cada contenido, de lo contrario se fragmenta y resta la importancia que ésta tiene.
Por medio ambiente se entiende el conjunto de factores, fenómenos y sucesos de diversa índole que configuran el entorno en el que tienen lugar las actuaciones de las personas, y en relación con el cual dichas actuaciones adquieren una significación. El medio no es solo el escenario en el que tienen lugar la actividad humana, sino que desempeñan un papel condicionante y determinante de dicha actividad, al mismo tiempo que sufre transformaciones continuas como resultado de la misma. Todo ambiente educa. Todo lo que nos rodea es una forma silenciosa de enseñanza. Las fuentes sociales del individuo están inmersas en el contexto en el que nace. Todo ambiente es educador, por lo tanto, la escuela es el espacio de interacciones en el que el individuo desarrolla su potencial y fortalece las capacidades que posee.
El Jardín de Niños es un espacio propicio en donde participan los niños y las niñas en ricos y variados eventos de aprendizajes relativos a la convivencia social y cultural. La educación debe dar atención a un mayor número de campos de acción, debe reflexionar acerca de sus limitados contenidos y dar mayor apertura a otros campos como lo es el de la educación ambiental. Esto se debe a que la educación limita sus contenidos y no los reforma de acuerdo a los cambios que han surgido en la realidad.
La educación ambiental busca un espacio importante en el currículum educativo que aporte una educación que mejore los problemas sociales ambientales. La educación debe ampliarse para educar sociedades sustentables y sociedades con responsabilidad global. Este tipo de educación debe poseer un marco integrador que tome en cuenta la crítica y la transformación de las realidades contemporáneas de su propia función en este planeta.

Educación Ambiental y la Educación preescolar. Taller de educación ambiental para profesores de educación preescolar.
El papel que desempeñan los docentes dentro de los objetivos que persigue la educación ambiental es de suma importancia, ya que son los encargados de instrumentar las modificaciones, orientaciones y énfasis educativos necesarios para desarrollar acciones pedagógicas vinculadas con lo ambiental, que permitan generar en los estudiantes una nueva visión y consciencia del mundo y de ellos mismos en convivencia con la naturaleza. En otras palabras, un proceso formativo donde el docente logre incorporar la dimensión ambiental en el currículo escolar y con ello se busque la construcción de nuevos valores, conocimientos, reflexiones e información en los educandos, que favorezcan el sentido de pertenencia y responsabilidad con su comunidad y con el entorno natural, a través del desarrollo de nuevas habilidades, aptitudes, actitudes y destrezas que se traduzcan en la conformación de una ciudadanía ambiental. Un proceso que también favorezca en los individuos una formación integral, por medio de aprendizajes, prácticas y acciones pedagógicas significativas con su entorno inmediato.
Enriquecer y ampliar las concepciones de los docentes sobre lo ambiental  con reflexiones y prácticas dentro del aula será, entonces, uno de los aspectos importantes que debe atender la escuela en el actual momento histórico.
Los procesos formativos con lo ambiental buscan otorgar al docente los instrumentos para implementar, desarrollar e innovar estrategias de trabajo dentro y fuera del aula.
En suma, la formación docente en cuestiones ambientales, pretende que el docente cuente con los conocimientos, información, herramientas didácticas y reflexiones necesarias para que junto a sus educandos construyan distintas formas y estilos de vida y reorienten conductas que afectan la buena relación con la naturaleza.

Taller de formación docente
Referido lo anterior, me propongo diseñar un taller dirigido a docentes del nivel preescolar en el Jardín de Niños Blue Planet del municipio de Tlalnepantla, Estado de México con el siguiente objetivo:
Fortalecer el pensamiento crítico de los docentes a través de un taller, que posibilite el manejo de contenidos ambientales  para que implementen y desarrollen acciones pedagógicas articuladas con lo ambiental  dentro del nivel preescolar, sensibilizando a los estudiantes a concebirse como parte de un proceso social donde logren participar de una manera activa en acciones a favor del medio ambiente.
Elegí la estrategia de taller ya que, éste se fundamenta en un aprendizaje activo, en una nueva forma de aprender que difiere de la tradicional, donde es el alumno el que se apropia de los conocimientos, mientras que el docente juega las veces de coordinador u observador, un rol más gratificante que el de la escuela tradicional. El educador es un líder que de igual forma vivencia una situación de aprendizaje, y junto con el alumno ambos están abiertos a escuchar, recibir e incorporar nuevos conocimientos. Durante el taller se da un aprendizaje activo donde el aprendizaje es compartido y no solo pertenece a quien hace el papel de maestro.
Dada las características del Taller, creo pertinente la implementación de contenidos ambientales que despierten el interés para ser incorporados y articulados dentro del programa vigente de educación preescolar.
La actualización y formación docente permanente en materia de medio ambiente dará posibilidades a la prevención y mitigación de la crisis ambiental que pone en riesgo la permanencia del ser humano en el planeta. Es entonces donde la educación ambiental entra como proyecto estratégico que busca enfrentar dicha crisis, y en consecuencia la de la civilización, así como, fomentar las capacidades necesarias para que el ser humano forje su saber personal en relación con su ambiente a través de un pensamiento crítico (Sánchez Cortés, 2001).

Referencias
Carlos Fuentes. (1997) Por un progreso incluyente. Instituto de estudios y sindicales de América.
Leff, Enrique. (1998) Saber ambiental. Sustentabilidad, racionalidad, complejidad, poder. México, Siglo XXI.
Morin, Edgar. (1999) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, editorial Siglo XXI.
Sánchez Cortés, Silvia. (2001) El reto de la educación ambiental, revistas ciencias. México.
SEP. (2004)  Programa de educación preescolar. Secretará de Educación Pública México.

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