Elsa Torres Albarrán
“La educación ambiental es una esperanza para
pensar que es posible vivir en un mundo mejor”
Javier
Reyes Ruiz (Educador Ambiental)
![]() |
Martín Chambi. Chicha y sapo, costumbres cusqueñas, 1930 |
El mundo ha
entrado en el siglo XXI en medio de una profunda crisis ambiental que se manifiesta
no solo en el ámbito natural, como el calentamiento global, la desertificación
y la pérdida de biodiversidad, entre otros, sino en el plano social al
incrementarse el desempleo, las migraciones, la pobreza y las diferencias entre
las regiones y grupos sociales, etcétera.
Es por eso necesario que la sociedad esté cada vez más comprometida con
el medio ambiente, y asuma el reto que exige reformas e innovaciones en lo personal
y en lo institucional, en lo individual y en lo colectivo, en lo educativo y en
muchos aspectos de la vida ciudadana. En este sentido, las instituciones
educativas no sólo tienen el deber de incorporar estrategias para conseguir
ciudadanos ambientalmente educados, sino comprometidos con la responsabilidad
de predicar con el ejemplo, desarrollando acciones que incorporen a sus
estructuras organizativas nuevos modelos de gestión y nuevas formas de
aprovechamiento alternativo de los recursos.
No sólo debemos
creer en una educación a favor del medio ambiente, sino en una nueva
instrucción para cambiar estilos de vida que contribuyan a mejorar la calidad
de vida de las personas y de su entorno, centrada en el sujeto de la educación.
Por ello, las escuelas, en sus espacios, pueden ser un medio necesario para
favorecer el desarrollo sustentable de las sociedades modernas.
Empezar a
cambiar aspectos elementales como lo son los hábitos cotidianos, las acciones
de rutina del acontecer diario, los hábitos de consumo en el trabajo, en el
hogar y en los espacios que habitamos día a día. De esta forma, será posible
modificar globalmente al mundo y a la sociedad en la que vivimos.
Es posible
innovar estrategias metodológicas reales y significativas que se acerquen gradual
y progresivamente a formas de vida más respetuosas con el entorno que nos
rodea. Es importante que la educación profese una mayor responsabilidad en la
divulgación de valores coherentes con el medio ambiente, a través de los
contenidos de los currículos actuales, diseñando situaciones didácticas que
favorezcan la reflexión en las acciones diarias.
Los
distintos niveles de enseñanza, desde la educación preescolar hasta la
universidad, tienen el deber y la oportunidad de educar a individuos,
incorporando saberes ambientales en sus planes de estudio que generen nuevas
perspectivas de análisis y relación entre sus estudiantes y el medio ambiente.
Las
actividades académicas se ven influenciadas por valores y también por la
cultura y ambas son dominantes en una sociedad. El enlace se establece mediante
la demanda que la sociedad hace a las escuelas donde se espera el egreso de
profesionales portadores de valores y cultura que les permita desarrollar
habilidades útiles y funcionales para beneficio de su comunidad. Para
conseguirlo, señala Leff (1998):
Se
requiere trasformar el currículo en las estructuras educativas mediante la
innovación de los métodos pedagógicos, la renovación de los planes de estudio,
la reorganización curricular y la reorientación de las actividades científicas.
Todo esto implica la construcción de un conocimiento ambiental y su inserción
en las prácticas docentes actuales.
La
necesidad de implementar y desarrollar acciones pedagógicas articuladas con lo
ambiental dentro del espacio escolar iniciando en la educación preescolar es,
sin duda, una cuestión que no puede retrasarse más y a la que se le debe dar
especial importancia, dado los resultados y manifiestos problemas educativos y
ambientales que enfrentamos.
Ante esta
necesidad debe reflexionarse primeramente la manera, los enfoques, las
estrategias, las acciones educativo-ambientales, los momentos y los actores que
llevarán a la práctica todo lo anterior, con el fin de lograr los resultados
esperados al generar nuevas perspectivas de análisis y de relación entre los
estudiantes y el medio ambiente, ya que es una tarea compleja que requiere de
compromisos compartidos, de preparación y disposición, profesionalismo,
dominio, etcétera.
Por tal
motivo, la implementación primera de procesos de formación docente en materia
ambiental que den posibilidades al docente de educación básica a que domine y
maneje los contenidos ambientales no
sólo desde un enfoque naturalista y conservacionista, sino abordando dimensiones
sociales, políticos, económicos, culturales, éticos, etc., y que participan de
manera sustantiva al surgimiento de problemas vinculados con el medio ambiente.
Todos los
contenidos del medio ambiente deben abordarse bajo un enfoque educativo que
motive a los alumnos a concebirse como parte de un proceso social que, a cierto
nivel, ha propiciado problemas ambientales y por ello se debe participar en la
búsqueda de alternativas de solución desde su espacio de actuación. Una forma
distinta que permita considerar al medio ambiente desde distintos puntos de
análisis (económico, político, tecnológico, cultural, moral y estético), a
través de un enfoque interdisciplinario con base en el contenido específico de
cada campo de conocimientos y donde el resultado sea el logro de una
perspectiva histórica, holística y compleja de análisis sobre lo ambiental.
Si la
escuela en sus espacios de aprendizaje permite que los alumnos y los maestros
lleven a cabo acciones educativas ambientales y con ello contribuyan a la
formación de nuevos conocimientos, habilidades, actitudes, valores, que en su
conjunto ayudarán al desarrollo de nuevas formas de relación más equilibradas y
equitativas entre los seres humanos con la naturaleza; también esas acciones
educativas permitirán en los actores escolares encontrar soluciones a los ya
problemas ambientales presentes y ampliarían la gama de habilidades prácticas
necesarias que permiten procesos de prevención, mitigación o solución.
Asimismo, este nuevo enfoque debe favorecer a desarrollar cambios verdaderos y
profundos en su relación con el medio ambiente, a través de aprendizajes
significativos y una orientación pedagógica integral y dinámica, que propicie
la construcción de una cultura ambiental donde los alumnos desde temprana edad
puedan identificar una relación cordial con el ambiente y las formas en que se
pueden relacionar con él.
A través de
la reflexión, el análisis, el juego, la diversión, documentales y de distintas
estrategias podrán los alumnos identificar y comprender la existencia de problemas ambientales de su entorno inmediato
y su relación con las problemáticas regionales, nacionales o globales, y buscar
implementar alternativas de solución desde su espacio y luego como ciudadanos
adultos, desarrollando un pensamiento crítico, reflexivo y activo.
Carlos Fuentes
(1997) manifestó que los resultados del llamado “progreso” del mundo son
problemas de la crisis urbana; gente sin hogar, drogadicción, discriminación
contra la mujer, homofobia, abandono de anciano y niños, inseguridad citadina,
niños asesinados, infraestructuras en ruinas, pandemias incontrolables, son
algunos de los muchos problemas que compartimos con varios países del mundo,
ante esto la pregunta es ¿ha dejado de progresar el progreso?, entonces somos
víctimas o beneficiarios de un mundo de altas tecnologías, comunicaciones
instantáneas y utilidades gigantescas. Pero víctimas o beneficiarios, estamos
de acuerdo en que la naturaleza del progreso en el siglo XXI dependerá, ante
todo, del factor educativo.
Ante esto
añade (Fuentes,
1997, pág. 37)
“La educación como base de conocimiento, el conocimiento como base de
información y la información como base de desarrollo” Demasiadas veces se ha visto que la educación
sólo sirve de base a la información, sin que medie el conocimiento que es
garantía de solidez científica, imaginación artística, inteligencia moral, se
cree que al tener demasiada información basta para estar bien informados,
cuando abundancia no significa calidad. Sin la educación, jamás salvaremos los
valores del pasado ni alcanzaremos los del porvenir.
En esta
evolución hacia los cambios fundamentales de nuestros estilos de vida y
nuestras conductas, la educación- en su sentido más amplio- tiene una función
preponderante. La educación es la fuerza del futuro porque constituye uno de
los instrumentos más poderos para realizar el cambio.
“Si
queremos que la Tierra pueda satisfacer las necesidades de los seres humanos
que la habitan, entonces la sociedad deberá transformarse. Así, el mundo del
mañana deberá ser fundamentalmente diferente del que conocemos hoy, en el
crepúsculo del siglo XX y del milenio. Debemos, por consiguiente, trabajar para
construir un futuro viable. La democracia, la equidad y la justicia social, la
paz y la armonía con nuestro entorno natural deben ser las palabras clave de
este mundo en devenir. Debemos asegurarnos que la noción de durabilidad sea la
base de nuestra manera de vivir, de dirigir nuestras naciones y nuestras
comunidades y de interactuar a nivel global” (Morín, 1999, pág. 11) .
Por lo
anterior no es posible quedarnos a reflexionar más los resultados de las formas
y acciones en que nos hemos venido manejado en estos años, es urgente poner
freno e iniciar desde nuestros espacios
a reconducir, repensar las formas, y poner en marcha inmediatamente actos
individuales y colectivos para mejorar y prolongar la vida en el planeta.
Si en la
educación encontramos la respuesta a tantos síntomas de la crisis ambiental
entonces los proyectos educativos deben atender los rezagos y analizar los
problemas centrales fundamentales que han sido ignorados y que son necesarios
para enseñar e implementar en los programas educativos de todos los niveles,
educando para asumir la humana condición individuo-sociedad-especie en la
complejidad de nuestra era, de lograr la humanidad en nosotros mismos en
nuestra conciencia personal, de asumir el destino humano en sus antinomias y su
plenitud, de trabajar para la humanización de la humanidad, de lograr la unidad
planetaria en la diversidad, de respetar en el otro, a la vez, tanto la
diferencia como la identidad consigo mismo, de desarrollar la ética de
solidaridad y comprensión y de enseñar la ética del género humano (Morín,
1999).
Por tal
motivo, debemos implementar procesos de formación docente en materia ambiental
que posibilite al maestro el manejo de contenidos ambientales desde un enfoque
que supere la manera de abordar dichos contenidos no solo desde una perspectiva
naturalista que solo trata aspectos biofísicos, dejando fuera los aspectos
sociales, políticos, económicos, culturales, éticos, etc. y que contribuyen al
recrudecimiento de problemas vinculados con el medio ambiente.
Se trata de
un enfoque que contribuya a la formación de nuevos conocimientos, habilidades,
actitudes, valores éticos y estéticos, etc., que favorecerán en su conjunto al
desarrollo de formas de relación más equilibradas y equitativas entre las
personas y la naturaleza.
La educación ambiental y la educación preescolar
Los
contenidos del programa de preescolar en los distintos campos formativos en
efecto, tienen una relación inmersa con la educación ambiental, ya que
favorecen en las niñas y los niños el desarrollo de capacidades y actitudes que
caracterizan el pensamiento reflexivo, mediante experiencias que les permitan
aprender sobre el mundo natural y social. El contacto directo con el ambiente
natural y social, favorece el desarrollo
de capacidades de razonamiento para entender y explicarse, a su manera, las
cosas que suceden a su alrededor y así poder ir construyendo conceptos para
actuar en consecuencia.
El programa
pretende responder a los desafíos sociales actuales y por ello, los propósitos
educativos del programa se concentran en el desarrollo de competencias
intelectuales, en la capacidad de aprender permanentemente, y en la
formación de valores y actitudes, que
permitan avanzar en la democratización social y hacer sustentable el desarrollo
humano. La educación preescolar, como primera etapa y fundamento de la
educación básica, no puede sustraerse de esos desafíos; por esto el programa
establece propósitos fundamentales que deberán contribuir a la formación
integral haciendo que los infantes participen en experiencias educativas que
les permitan desarrollar, de manera prioritaria, sus capacidades afectivas,
sociales y cognitivas (PEP, 2004).
El programa
está dividido en propósitos, campos formativos, evaluación y un apartado
dirigido a las educadoras. Y en virtud de que no existen patrones estables
respecto al momento en que el niño alcanzará los propósitos o desarrollará los
procesos que conducen a su logro, se considera conveniente establecer
propósitos fundamentales para los tres grados.
El programa
está organizado a partir de competencias y centrar el trabajo en competencias
implica que la docente diseñe situaciones didácticas que impliquen en los niños
desafíos y que avancen gradualmente en sus niveles de logro (piensen, expresen,
propongan, distingan, expliquen, cuestionen, comparen, trabajen en
colaboración, manifiesten actitudes favorables hacia el trabajo y la
convivencia, etc.) para aprender más de lo que saben acerca del mundo y para
que se formen como personas cada vez más seguras, autónomas, creativas y
participativas.
Si la
educación ambiental es la herramienta para transformar e intervenir en acciones
para llegar a la sustentabilidad, debe entonces incluirse y aplicarse de manera
pertinente en los contenidos de los programas educativos, sin duda alguna. Una
de los fines de la educación es la formación de ciudadanos; por lo cual es
necesario recalcar que el concepto de medio no incluye solamente el componente
individual, subjetivo y vivencial, sino que tiene un fuerte componente social y cultural. Ambos
niveles se enriquecen mutuamente, se construyen en paralelo y mantienen su vigencia
durante toda la vida. Incluyendo una propuesta de este tipo, el Jardín de Niños
se abre a este territorio instituyendo una interacción sociocultural con el
territorio del alumno. Esta apertura implica también la entrada de la
participación y la gestión social, de los problemas, esperanzas y
contradicciones que circulan, pulsan y signan “el cotidiano”.
Los
docentes tienen que reconocer la importancia de la educación ambiental a partir
de los síntomas sociales y la crisis ambiental que se vive y que afecta
gravemente a todos. Sin embargo, la educación ambiental no debe abordarse como
un campo formativo o asignatura a parte, debe ser tratada en cada contenido, de
lo contrario se fragmenta y resta la importancia que ésta tiene.
Por medio
ambiente se entiende el conjunto de factores, fenómenos y sucesos de diversa
índole que configuran el entorno en el que tienen lugar las actuaciones de las
personas, y en relación con el cual dichas actuaciones adquieren una
significación. El medio no es solo el escenario en el que tienen lugar la
actividad humana, sino que desempeñan un papel condicionante y determinante de
dicha actividad, al mismo tiempo que sufre transformaciones continuas como
resultado de la misma. Todo ambiente educa. Todo lo que nos rodea es una forma
silenciosa de enseñanza. Las fuentes sociales del individuo están inmersas en
el contexto en el que nace. Todo ambiente es educador, por lo tanto, la escuela
es el espacio de interacciones en el que el individuo desarrolla su potencial y
fortalece las capacidades que posee.
El Jardín
de Niños es un espacio propicio en donde participan los niños y las niñas en
ricos y variados eventos de aprendizajes relativos a la convivencia social y
cultural. La educación debe dar atención a un mayor número de campos de acción,
debe reflexionar acerca de sus limitados contenidos y dar mayor apertura a
otros campos como lo es el de la educación ambiental. Esto se debe a que la
educación limita sus contenidos y no los reforma de acuerdo a los cambios que
han surgido en la realidad.
La
educación ambiental busca un espacio importante en el currículum educativo que
aporte una educación que mejore los problemas sociales ambientales. La
educación debe ampliarse para educar sociedades sustentables y sociedades con
responsabilidad global. Este tipo de educación debe poseer un marco integrador
que tome en cuenta la crítica y la transformación de las realidades
contemporáneas de su propia función en este planeta.
Educación Ambiental y la Educación preescolar.
Taller de educación ambiental para profesores de educación preescolar.
El papel
que desempeñan los docentes dentro de los objetivos que persigue la educación
ambiental es de suma importancia, ya que son los encargados de instrumentar las
modificaciones, orientaciones y énfasis educativos necesarios para desarrollar
acciones pedagógicas vinculadas con lo ambiental, que permitan generar en los
estudiantes una nueva visión y consciencia del mundo y de ellos mismos en
convivencia con la naturaleza. En otras palabras, un proceso formativo donde el
docente logre incorporar la dimensión ambiental en el currículo escolar y con
ello se busque la construcción de nuevos valores, conocimientos, reflexiones e
información en los educandos, que favorezcan el sentido de pertenencia y
responsabilidad con su comunidad y con el entorno natural, a través del
desarrollo de nuevas habilidades, aptitudes, actitudes y destrezas que se
traduzcan en la conformación de una ciudadanía ambiental. Un proceso que
también favorezca en los individuos una formación integral, por medio de
aprendizajes, prácticas y acciones pedagógicas significativas con su entorno
inmediato.
Enriquecer
y ampliar las concepciones de los docentes sobre lo ambiental con reflexiones y prácticas dentro del aula
será, entonces, uno de los aspectos importantes que debe atender la escuela en
el actual momento histórico.
Los
procesos formativos con lo ambiental buscan otorgar al docente los instrumentos
para implementar, desarrollar e innovar estrategias de trabajo dentro y fuera
del aula.
En suma, la
formación docente en cuestiones ambientales, pretende que el docente cuente con
los conocimientos, información, herramientas didácticas y reflexiones
necesarias para que junto a sus educandos construyan distintas formas y estilos
de vida y reorienten conductas que afectan la buena relación con la naturaleza.
Taller de formación docente
Referido lo
anterior, me propongo diseñar un taller dirigido a docentes del nivel
preescolar en el Jardín de Niños Blue Planet del municipio de Tlalnepantla, Estado
de México con el siguiente objetivo:
Fortalecer
el pensamiento crítico de los docentes a través de un taller, que posibilite el
manejo de contenidos ambientales para
que implementen y desarrollen acciones pedagógicas articuladas con lo
ambiental dentro del nivel preescolar,
sensibilizando a los estudiantes a concebirse como parte de un proceso social
donde logren participar de una manera activa en acciones a favor del medio
ambiente.
Elegí la
estrategia de taller ya que, éste se fundamenta en un aprendizaje activo, en
una nueva forma de aprender que difiere de la tradicional, donde es el alumno
el que se apropia de los conocimientos, mientras que el docente juega las veces
de coordinador u observador, un rol más gratificante que el de la escuela tradicional.
El educador es un líder que de igual forma vivencia una situación de
aprendizaje, y junto con el alumno ambos están abiertos a escuchar, recibir e
incorporar nuevos conocimientos. Durante el taller se da un aprendizaje activo
donde el aprendizaje es compartido y no solo pertenece a quien hace el papel de
maestro.
Dada las
características del Taller, creo pertinente la implementación de contenidos
ambientales que despierten el interés para ser incorporados y articulados
dentro del programa vigente de educación preescolar.
La
actualización y formación docente permanente en materia de medio ambiente dará
posibilidades a la prevención y mitigación de la crisis ambiental que pone en
riesgo la permanencia del ser humano en el planeta. Es entonces donde la educación
ambiental entra como proyecto estratégico que busca enfrentar dicha crisis, y
en consecuencia la de la civilización, así como, fomentar las capacidades
necesarias para que el ser humano forje su saber personal en relación con su
ambiente a través de un pensamiento crítico (Sánchez Cortés, 2001) .
Referencias
Carlos Fuentes. (1997) Por un progreso incluyente. Instituto de estudios y sindicales de
América.
Leff, Enrique. (1998) Saber ambiental.
Sustentabilidad, racionalidad, complejidad, poder. México, Siglo XXI.
Morin, Edgar. (1999) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, editorial
Siglo XXI.
Sánchez Cortés, Silvia. (2001) El reto de la educación ambiental, revistas ciencias. México.
SEP. (2004) Programa de educación preescolar. Secretará de Educación Pública México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario