jueves, 19 de enero de 2012

¿Cómo se representa a los alumnos en el cine y en series de televisión?

Gloria B. De la Garza Solís
Armando Meixueiro Hernández

Fotograma de Los 400 golpes
Desde el año 2000, en que publicamos el artículo “La figura docente en el cine” en el libro de la serie Cine y Educación [Meixueiro y Ramírez (Coords.) Maestra vida. Educación y cine. México, Taller Abierto, pp. 29-38] comenzamos a recibir muchos comentarios que cuestionaban el enfoque dirigido solamente al docente, sin tomar en cuenta la otra figura importante en el proceso pedagógico: el estudiante.

Debemos reconocer que en ese momento nuestra atención estaba centrada en dilucidar el quehacer docente por lo que nos era difícil cambiar la perspectiva o virar los análisis hacia el alumno. Ahora, después de una década, queremos aproximarnos a la reflexión de esa imagen.

Para abordar la representación del estudiante en el cine y en series televisivas, estamos considerando la manera en que se presenta la institución escolar como formadora de sujetos. Así, podemos reconocer, a grandes rasgos, tres categorías de cómo se vislumbra el papel educativo de la escuela:

1. La escuela como institución autoritaria porque se impone, marca y transforma los instintos del individuo. Una visión en la que educar consiste en civilizar al sujeto al viejo estilo de “la letra con sangre
entra.”

2. La escuela como una institución democrática que presupone que el sujeto aprende a tomar decisiones entre las necesidades instintivas y las necesidades culturales, entre lo innato y lo adquirido: biología vs
cultura. Educar, en esta categoría, implica enseñar y aprender a ser libre.

3. La escuela como una institución débil o desdibujada en la que el sujeto parece estar ahí de forma absurda o incomprensible. Educar aquí no tiene un significado claro, aparece de forma ambigua bajo la
perspectiva darwiniana en la que prevalece la ley del más fuerte.

Algunas de las películas que podemos mencionar de la primera categoría, es decir, donde la escuela aparece como una institución autoritaria son: Cero en conducta de Jean Vigo (Francia, 1933), Semilla de maldad de Brooks (EEUU, 1955), Los 400 golpes de Truffaut (1959), Locuras de muchachos de Ake Sandgren (Suecia, 1993), En el nombre del padre de Jim Sheridan (Reino Unido /Irlanda, 1993) y El pequeño Vanya (Andrey Kravchuck. Rusia, 2005). Allí encontramos alumnos que sufren la rigidez institucional y viven el autoritarismo, muchas veces acrítico e implacable de los educadores. Aquí, las analogías entre la escuela y la cárcel o una prisión son evidentes. Los alumnos se viven como individuos sometidos, subyugados, por lo que muestran resistencia, rebeldía e incomprensión a los procesos de formación y enseñanza a los que se ven sujetos. En otras películas el conflicto se centra en esa oposición rígida y autoritaria pero en la historia existe algún docente o educador que transforma parcialmente las condiciones instituidas, como en el caso de Sociedad de poetas muertos (Weir, EEUU, 1989), Sarafina, el sonido de la libertad (Roodt. Sudáfrica, 1992), Mentes peligrosas (Smith. EEUU, 1995) Lección de honor (Hoffman. EEUU, 2002), o Los coristas (Barratier. Francia/Suiza/Alemania, 2004).

De las cintas en que se vislumbra la escuela como institución democrática podemos mencionar: Al maestro con cariño de Clavell (Reino Unido, 1967), Con ganas de triunfar (Menéndez. EEUU, 1987), Apóyate en
(Avildsen. EEUU, 1989), Mente indomable (Gus Van Sant. EEUU, 1997), Ni uno menos (Yimov. China, 1999), Ser y tener (Philibert. Francia, 2002), Machuca (Wood. Chile/España/Reino Unido/Francia, 2004), Rojo como el cielo (Bortone. Italia, 2006) High School Musical (Kenny Ortega, EEUU, 2006) y Escritores de la libertad (LaGravenese. Alemania/EEUU, 2007).

Aquí la escuela y la educación destacan el valor de la libertad como capacidad de hacerse responsable de las decisiones. Los alumnos se encuentran en dilemas en los que deben elegir, y los educadores (o alguno de ellos) no imponen o resuelven sus problemas, más bien ayudan a plantear sus conflictos comprometiéndose con las elecciones.

Muchas de las películas anteriores han recibido cierta atención de especialistas en educación (psicólogos, pedagogos, sociólogos, etc.) con críticas y análisis muy interesantes. Sin embargo, hay un conjunto muy grande de filmes poco considerados y analizados que abordan lo escolar generalmente en un tono de comedia y que nos muestran una visión de la escuela como una institución débil, en la que la ley del más
fuerte prevalece.En estas cintas, la autoridad es nula, ambigua o francamente ridícula y los estudiantes, metidos en un caldo muy propicio para el llamado bullying, sobreviven en una particular dinámica de grupos constituidos espontáneamente. Por tanto, la autoridad y el orden de convivencia se instituyen a
través de la fuerza y/o la superioridad de los integrantes que la componen. Películas como Porky´s (Bob Clark, EEUU, 1982), La venganza de los Nerds (Jeff Kanew, Revenge of the Nerds, EEUU, 1984) (con todas sus secuelas) y en filmes más recientes como Chicas pesadas (Mark Waters, EEUU 2004), Klass (Ilmar Raag, Estonia, 2007) Bratz (Sean McNamara, EEUU 2007) El diario de Greg (Freudenthal. EEUU, 2010) presentan este modo de socialización que ha empezado a reconocerse ahora en las escuelas, pero que siempre ha existido a la sombra del currículum. Al margen de la educación formal los grupos escolares establecen sus propias dinámicas de socialización (de aceptación/rechazo, identificación/discriminación, jerarquías, poder, etc.) en las que la sobrevivencia es una característica relevante.

En muchos capítulos de la extraordinaria serie Los años maravillosos (Carol Black y Neal Marlens, EEUU, 1988-1993) podemos palpar estos procesos educativos alternos que influyen inevitablemente en la conformación del individuo. Y particularmente los podemos encontrar en series televisivas, cuyos títulos por sí mismos son emblemáticos: Salvados por la campana (Sam Bobrick. EEUU, 1989-1993) Recreo, (Ansolabehere y Germain, EEUU 1997-2001), Boston Public (David E. Kelly, EEUU 2000-2004), Manual de supervivencia escolar de Ned (Scott Fellows, EEUU/Alemania, 2004-2007) y Glee (Brenan, Murphy, Falchuck, EEUU 2009).

En Salvados por la campana se cuentan las historias cotidianas de un grupo de alumnos en el High School. En la serie no se presentan los procesos formarles de escolarización, pero sí se amplifican de un modo cómico las situaciones alternas que ocurren en las escuelas, enfatizando la socialización informal de los estudiantes en clases y pasillos; en donde los docentes y autoridades pasan inadvertidos o como ridículos “comparsas“ de la escena.

En Recreo, la serie de dibujos animados de Disney, lo más importante en la formación de los niños parece ocurrir al margen de las clases, justamente en el patio del recreo: donde los chicos se debaten por la solución de dilemas personales relacionados con la amistad, la lealtad, la tolerancia, el liderazgo, etc.

Manual de superviviencia escolar de Ned
En Manual de supervivencia escolar de Ned, el narrador (por supuesto Ned Bigby) nos transmite capítulo por capítulo, una guía muy aguda y apropiada de cómo sobrevivir en la selva de la secundaria (High School), describiendo desde unas recomendaciones prácticas para tomar apuntes, pasando por las obsesiones de tareas, exámenes o castigos, hasta problemas como la popularidad, la amistad escolar o la manera de buscar apodos aceptables.

Boston Public y Glee develan los entretelones de las preparatorias públicas: los conflictos de intereses entre los docentes y con las autoridades escolares, los cuales con mucha frecuencia prevalecen sobre los fines académicos. También muestra las difíciles relaciones interpersonales entre los adolescentes, con tintes de discriminación basada en una compleja división de grupos sociales al interior de la escuela.

Una característica general que descubrimos en este acercamiento a la representación de los estudiantes a través del cine y series televisivas está asociada a la sobrevivencia. Al parecer, los jóvenes y niños de nuestras sociedades contemporáneas viven la socialización como un proceso doloroso y limitante, al que deben sobrevivir de diversos modos:

a) Con una resistencia a prueba de todo frente a las instituciones escolares que hemos denominado autoritarias;

b) Con la angustia característica de una educación basada en la posibilidad de decidir y hacerse responsable;

o c) Con la inconsciente lucha de poder que implica sobreponerse e imponerse entre individuos iguales entre sí, frente a una institución débil que ha dejado de contener los impulsos e instintos humanos.

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